En la sociedad actual, la búsqueda de la perfección y el control se ha convertido en una norma omnipresente. Desde las redes sociales hasta el entorno laboral, se nos bombardea con la idea de que siempre debemos estar en nuestro mejor momento, que nunca es suficiente y que la falla no es una opción. Pero, ¿por qué sentimos esta presión constante? ¿Por qué es tan difícil aceptar que no siempre podemos cumplir con las expectativas?
La necesidad de control a menudo surge de una profunda inseguridad. Muchas personas sienten que, si pueden controlar su entorno, podrán prevenir el fracaso y, por ende, el dolor emocional que este conlleva. ¿si cometo un error o si fracaso, ya no soy valido? ¿No soy valido para quién? A veces lo que está en lo profundo de nuestro dolor, que con tanta ansia tratamos de bloquear y evitar, es el dolor de no sentirnos queridos, de no sentirnos vistos, de la soledad y del abandono. De esta manera inconsciente, ponemos el foco de nuestra valía personal en la aprobación y reconocimiento de los demás. Ni si quiera buscamos el control de las cosas y su perfección por y para nosotros mismos, pues nos hace caer en una espiral de dolor, sino que de forma inconsciente lo hacemos para obtener la aprobación y reconocimiento de los demás.
Sin embargo, esta búsqueda de control puede convertirse en una trampa. En lugar de brindar seguridad, puede llevar a un ciclo de ansiedad y agotamiento. La búsqueda incesante de la perfección puede desviar nuestra atención de lo que realmente importa, limitando nuestra capacidad para disfrutar de la vida.
Las expectativas, tanto externas como internas, juegan un papel crucial en esta dinámica. Desde una edad temprana, se nos enseña a cumplir con ciertos estándares: obtener buenas calificaciones, destacar en el deporte o ser el mejor en nuestra carrera. Estas expectativas sociales pueden ser abrumadoras y, a menudo, inalcanzables. Pero, quizás lo más duro es la voz interna que nos dice que nunca estamos haciendo lo suficiente. Este crítico interno se convierte en un compañero constante, alimentando la sensación de insuficiencia. ¿Nos sentíamos queridos en nuestra infancia por quienes éramos o por lo que hacíamos? ¿Sentía que tenía que demostrar mi valía para obtener apoyo y cariño?
El perfeccionismo puede parecer atractivo en un principio. La idea de ser el mejor en lo que hacemos puede impulsarnos a alcanzar logros significativos. Sin embargo, a menudo viene acompañado de un alto costo emocional. La presión de ser perfecto puede generar ansiedad, estrés y un gran agotamiento que puede ser debilitante, afectando a todas las áreas de nuestra vida. En lugar de motivarnos, el perfeccionismo puede paralizarnos, haciéndonos temer el fracaso y, por ende, evitar tomar riesgos. Afectando así de forma directa, a nuestra autoestima, ya que nos dejamos de sentir capacitados de hacer cosas por nosotros mismos, nos cuestionamos, siempre buscando la comprobación y validación externa para sentirnos seguros haciendo lo que hacemos, incluso redactando un simple email.
La necesidad de control y la presión por cumplir con las expectativas pueden tener consecuencias profundas en nuestra salud mental. La ansiedad y la depresión son problemas comunes que pueden surgir de esta lucha interna. Además, estas presiones pueden afectar nuestras relaciones personales y profesionales. La constante búsqueda de la perfección puede llevarnos a aislarnos de los demás, ya que sentimos que no estamos a la altura de lo que se espera de nosotros. Por lo que, antes que poder experimentar el rechazo o el error, prefiero evitarlo, haciendo cada vez mas grande ese miedo y sintiéndome cada vez mas incapacitado.
No obstante…
Es fundamental aprender a soltar el control y aceptar que no siempre podemos cumplir con las expectativas que nos autoimponemos o que nos ponen los demás. Trabajar este aspecto en terapia es fundamental, sobre todo si estas notando que esta teniendo un coste importante en tu vida y no sabes como gestionarlo y salir de esta dinámica disfuncional. Aun así, desde NOMA psicología os proponemos algunas herramientas que pueden ayudar a gestionar la necesidad de control:
- Si lo que evito a toda costa es el descontrol y el error, ya que es lo que más miedo me genera, sentir que no estoy bajo control, entonces el mejor antídoto al miedo será experimentar un poco de ese miedo ¡en pequeñas dosis! Exponte cada a día a una pequeña dosis de descontrol, que este dentro de tu ventana de tolerancia, pero que sí puedas experimentar cierto grado de malestar (exponte a no realizar comprobaciones 10 veces sobre si he escrito bien un correo, mantenerme en realizar una revisión rápida, llegar 5 minutos tarde, cometer alguna pequeña falta de ortografía…)
- Mantén un dialogo interno contigo mismo amable y compasivo, detecta cuando esté activo el AUTOCRITICO, y pídele amablemente que se aparte y deje espacio al personaje interno de la compasión y amor propio.
- Establece expectativas realistas sobre ti mismo y trata de centrarte en ellas, quitando el foco de las expectativas que tienen los demás sobre ti (esas nunca las podrás controlar ya que no dependen de ti).
- Practica hobbies u actividades que sean solo por disfrute, que no las haga por obtener un resultado (por ejemplo, si voy al gimnasio para adelgazar o estar en forma es para obtener un resultado, lo que buscamos es una actividad que sea de disfrute solamente, leer, pintar… ¿te hacen estar conectado contigo mismo?)
- Reconocer que todos somos humanos y que cometer errores es parte de la vida puede liberarnos de la carga de la perfección.
Aprendamos a abrazar la imperfección, ya que es justamente eso lo que nos hace únicos y auténticos, porque sino seriamos simplemente robots automatizados para obtener resultados y ejecutar, y nos perdemos pensando en que lo importante es la meta y el resultado, perdiéndonos el presente y el disfrute de aquí y ahora, que en definitiva, es lo verdaderamente importante. Por lo que, y a ti ¿Qué te hace único y autentico?